No alcanzó...
Había una vez, hace muchos muchos años, una niña que era feliz. Regordeta, charlatana, curiosa, bailarina y que hacía divertir a los mayores. Una niña muy parecida a su papá, su orgullo "jarita" le decía que, en algún momento, se peleó con su mamá y desapareció... Una niña que tenía un hermano menor que debía cuidar porque era la mayor y, ahí, comenzó su camino de obligaciones, donde la fantasía empezó a dejar de compartir su día y día, donde comenzaron a llenarla de etiquetas difíciles de entender y aceptar: ya sos grande, no grites, no hables, no juegues, no toques, no saltes, no... no... Una niña que le gustaba dibujar, aprendió a hacerlo con su mamá en su atelier, donde de los garabatos salían nenas, nenes, soles, nubes y payasos. Descubrió que las nubes entrañaban figuras, que las gotas de rocío se escondían en los pétalos de las flores, que había frutillas silvestres, que había tréboles de 4 hojas y que las violetas eran flores hermosas y sencillas, que las aves